Descontento en Ginebra ante el proyecto de reformas de la ONU
Mientras que la ONU atraviesa una importante crisis financiera, su secretario general, António Guterres, pretende restructurar la organización en profundidad. Deslocalización de puestos de trabajo, fusión de agencias: las acciones previstas inquietan y siembran dudas entre el personal.
El secretario general, António Guterres, lanzó en marzo un proyecto de reformas denominado «ONU80», que tiene como objetivo conseguir que las Naciones Unidas sean más eficaces, sobre todo a la hora de disminuir los gastos.
Delante de los Estados miembro, el lunes 12 de mayo, Guterres habló sobre el avance de los trabajos y algunas de las acciones previstas, como la fusión de unidades dentro de la Secretaría y la deslocalización de puestos que hoy se desempeñan en Nueva York y Ginebra, las dos sedes de la ONU más costosas, a ciudades más asequibles.
«Sabemos que algunos de estos cambios serán dolorosos para nuestra familia ONU», reconocía António Guterres, mientras animaba a los Estados miembro a demostrar su valentía. Sin embargo, todas las reestructuraciones de envergadura precisan del aval de la Asamblea General.
Estos últimos datos confirman algunas de las propuestas que circulaban ya por los medios de comunicación. Estas hacían referencia a la reagrupación en cuatro grandes departamentos de la organización, así como la fusión de agencias con mandatos similares, como ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ambas con sede en Ginebra.
«Hay mucho miedo»
El sentir de la fuerza laboral en la llamada «Ginebra Internacional» se hizo sentir el pasado 1 de mayo en la Plaza de las Naciones de Ginebra, situada frente a la entrada principal del Palacio de las Naciones, sede europea de la ONU.
Con motivo del Día del Trabajo, unas 500 personas respondieron a la llamada de los sindicatos para celebrar una manifestación inédita.
«El ambiente de trabajo está muy enrevesado. Hay mucho miedo”, declaró de manera anónima una persona empleada en el Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) y que teme perder su empleo dentro de poco.
«El personal de Naciones Unidas no es una mercancía», se podía leer en las pancartas que alzaban las personas participantes en la protesta. Denunciaron las oleadas de despidos que se están produciendo a causa de las graves dificultades por las que atraviesa la ONU.
El motivo: la crisis presupuestaria por la que pasa la organización a causa de los retrasos en los pagos por parte de numerosos Estados miembros y de la disminución de las aportaciones de sus principales proveedores de fondos, en particular los Estados Unidos y numerosos países europeos, incluido el Reino Unido.
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«La OIT ya ha suprimido un puesto de trabajo de cada diez», se lamenta un empleado de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), presente en la Place des Nations, que menciona además la no renovación de proyectos financiados por Estados Unidos.
Según los sindicatos, miles de puestos de trabajo están amenazados. Para ACNUR, que depende en un 40% de la financiación estadounidense, la supresión de puestos de trabajo podría representar el 30% de su plantilla mundial, que ascendía a 18.000 personas en 2021.
«Falta de visión»
«Hay propuestas ambiciosas», analiza el profesor Achim Wennmann, director de asociaciones estratégicas en el Geneva Graduate Institute. «Sin embargo, en su conjunto, la prioridad es claramente reducir costes y aumentar la eficiencia. Falta una visión de cómo estas reformas permitirán a la ONU prepararse para los desafíos del futuro».
Las propuestas mencionadas no abordan, por ejemplo, el tema de cómo las Naciones Unidas podría hacer frente a los desafíos relacionados con la inteligencia artificial o a la gobernanza del ciberespacio.
«Se ha puesto el acento en la deslocalización fuera de Nueva York y de Ginebra», añade Achim Wennmann. Según este, algunos países como China, los países del Golfo, Brasil, Francia o Alemania podrían ver aquí «una invitación a buscar organizaciones a las que les gustaría tener en sus territorios».
Tras preguntarle por este tema, un diplomático europeo afirmó «no tener la impresión de que muchos estados buscan activamente llevarse a su territorio agencias que hoy se encuentran en Ginebra». Según él, las agencias de la ONU se han instalado aquí porque quieren formar parte «de un ecosistema». A pesar de todo, añade que se debería reflexionar sobre si las funciones administrativas, como las finanzas, la informática o incluso los recursos humanos, podrían llevarse a cabo desde lugares más económicos.
No obstante, al personal no le convence este argumento. «Otras agencias ya han deslocalizado puestos en el pasado y no ha funcionado», afirma otra empleada de la OIT. Además, los puestos desplazados deben desempeñarse desde un huso horario cercano, las personas recién contratadas en puntos de deslocalización deben tener conocimientos lingüísticos, recibir formación y hay que indemnizar las personas despedidas. «Si se hacen números, no sé si en realidad se ahorra algo», declara.
¿Qué le espera a Ginebra?
Según algunas voces críticas, la iniciativa del secretario general no sería tan solo un ejercicio económico, sino también una forma de desvincular la imagen de las Naciones Unidas de la de las metrópolis occidentales que son Nueva York y Ginebra en beneficio de otros destinos, como Nairobi o Kenia.
La Ginebra Internacional es un factor de prestigio y de importantes beneficios económicos para la región y, en general, para Suiza, que tiene mucho que perder si este espacio se debilita.
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La Ginebra internacional en cifras
Tras haber contactado con el Ministerio de Asuntos Exteriores, este dice «abrazar» los esfuerzos para hacer que las Naciones Unidas sean más eficientes, pero apunta que «las posibles deslocalizaciones de puestos deben servir para aumentar el impacto de la acción de las organizaciones internacionales» y no «seguir únicamente una lógica de ahorro inmediato». Además, añade que «es importante evitar una fragmentación contraproducente de la sede de las organizaciones internacionales, o incluso la duplicación».
A principios de mayo, el Gobierno suizo anunció que contribuiría con 39 millones de francos suizos al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), ONU Mujeres y al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en el año 2025. Con la renovación de estas aportaciones, afirma enviar una «señal firme de apoyo a la Ginebra Internacional», cuyas organizaciones «tiene que hacer frente a una situación geopolítica inestable, marcada por las continuas crisis».
Con importantes infraestructuras, incluido un Palacio de las Naciones en proceso de renovación, la presencia diplomática de 183 de los 193 Estados miembro, y un gran vivero de ONG, universidades y empresas privadas; Ginebra aporta numerosas ventajas a las Naciones Unidas.
«No creo que Ginebra vaya a perder su lugar como eje de la gobernanza mundial de un día para otro», estima Achim Wennmann. «Las cuestiones que se abordan aquí hacen referencia a preocupaciones mundiales, tanto humanitarias y sanitarias, como relacionadas con la paz o el clima. Su fuerza reside en la inmensa concentración de conocimiento experto técnico y de saber hacer, que es único y diferente de Nueva York, donde los debates son más políticos».
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Texto revisado por Virginie Mangin. Adaptado del francés por Cristina Esteban / CW. Revisado por Patricia Islas.
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